miércoles, 18 de abril de 2007

Es septiembre de 2002 y la lluvia no alcanza a lastimar la piel del sol (*)

UNO El rebelde es, si me permites la imagen, un ser humano dándose de golpes contra las paredes del laberinto de la historia. Y, que no se malinterprete, no es que se dé de topes buscando el camino que lo llevará a la salida. No, el rebelde golpea las paredes porque sabe que el laberinto es una trampa, porque sabe que no hay más salida que rompiendo las paredes. Si el rebelde usa la cabeza como mazo, no es porque sea un cabezadura (que lo es, a no dudarlo), sino porque el romper con las trampas de la historia, con sus mitos, es un trabajo que se hace con la cabeza, es decir, es un trabajo intelectual. Así que, en consecuencia, el rebelde padece un dolor de cabeza tan fuerte y continuo que olvídate de la migraña más severa.

DOS Entre las trampas de la historia está esa que dice "todo tiempo pasado fue mejor". (...)

TRES Ni las formas de lucha ni sus tiempos son de uso exclusivo de un sector social. (...)


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*Extractado de la carta a su "Hermano grande", el arquitecto Fernando Yáñez Muñoz, con la que el "Subcomandante Insurgente Marcos" reapareció tras un largo silencio para referirse a la aparición de la revista zapatista Rebeldía.

Carta completa AQUÍ

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